En
este segundo apartado del primer bloque nos entraremos en realizar un
somero repaso sobre las aportaciones que las diferentes disciplinas que
conocemos como Ciencias auxiliares de la Historia llevan a cabo con el objetivo de aportar rigor e informaciones complementarias a la explicación histórica.
Las ciencias auxiliares de la historia y su papel en la explicación histórica
Aunque
el término “auxiliares” puede dar a entender que se trata de
disciplinas subsidiarias de la Historia, lo cierto es que las distintas
especializaciones que englobamos bajo este término tienen un sentido
disciplinar propio, con métodos específicos de trabajo y resultados
esperables igualmente distintos para cada una de ellas. Muchas de estas
ciencias auxiliares no se limitan a aportar información de
extraordinaria utilidad a los historiadores, sino que también realizan
una labor similar en otras disciplinas académicas, como la Filología, la
Antropología, el Derecho, etc.
Habitualmente
los especialistas en estos campos se engloban dentro de lo que en los
currículos académicos de Historia conocemos como Ciencias y Técnicas historiográficas.
La principal de ellas es la Paleografía, el estudio y transcripción de
las formas de escritura antiguas, pero existen otras muchas igualmente
importantes y que se conforman como herramientas imprescindibles para el
desarrollo de los análisis históricos. Veamos a continuación las
principales características de cada una de ellas y su relación con el
estudio de la Historia.
Como
se acaba de indicar, la Paleografía es la disciplina encargada del
estudio de las escrituras antiguas. A través de la aplicación del método
específico de trabajo paleográfico los especialistas se dedican al
estudio y evolución de las distintas maneras que las sociedades del
pasado han tenido de plasmar por escrito las informaciones susceptibles
de ser conservadas. Gracias a la Paleografía podemos acceder al
contenido de esos documentos escritos, pero el trabajo de las personas
dedicadas a esta ciencia no se limita a la mera lectura de los textos,
sino que va más allá y profundizan también en el estudio de las propias
tipografías de las letras, así como otra serie de cuestiones anexas,
como pueden ser las tintas o los soportes escriptorios que se van utilizando a lo largo del tiempo.
Como
es fácilmente deducible la aportación de la paleografía es esencial
para toda época histórica previa al desarrollo de la documentación por
medios impresos. Sin un conocimiento sólido del modo en que las personas
del pasado plasmaban de manera manual sus testimonios escritos no
podemos entender en toda su dimensión la información que se ofrece en la
documentación conservada en los archivos. Además, el conocimiento
específico de las distintas tipologías, tanto de letras como de tintas o
soportes escritorios, permite en muchas ocasiones ofrecer una
información complementaria al documento. De este modo, podemos deducir
la posible falsedad o no a la hora de su elaboración, o incluso la
datación del mismo, a partir de esos signos externos, cuando el propio
documento no señala cuándo ha sido escrito. Todo ello aporta una
información que, en sentido estricto, no se contiene en el documento, y
que sólo gracias a esta disciplina podemos conocer.
Toda
persona dedicada a la Historia o a la Historia del Arte que se dedique
al estudio de épocas previas al siglo XIX debe disponer de un manejo
relativamente solvente de los rudimentos básicos de la lectura paleográfica, ya que de otro modo no sería capaz de acceder a la información contenida en esa documentación.
Aunque
el nombre a primera vista pueda llevarnos a pensar en otro campo de
estudio alejado de las ciencias auxiliares de la historia, lo cierto es
que la diplomática es otra de esas disciplinas tradicionalmente
vinculadas al análisis histórico. Su campo de acción radica en el
estudio científico de la conformación de los diplomas y otros documentos
antiguos, tanto en lo que se refiere a sus caracteres intrínsecos como a
los extrínsecos. Los diplomatistas analizan los documentos a partir de
las distintas formulaciones jurídicas que se recogen en ellos, y prestan
también atención a otras cuestiones vinculadas con la validación de la
documentación, tales como el uso de sellos o las firmas que van
incorporadas en esa documentación, y que son las que otorgan validez
legal al documento en cuestión Se trata de información de gran utilidad
para determinados estudios históricos.
La Diplomática
en épocas más recientes ha ido ampliando su campo de estudio y ha
pasado de estudiar casi en exclusiva los diplomas y otros privilegios
otorgados a lo largo de la Edad Media a analizar cualquier tipo de
documentación jurídico-administrativa que permita ampliar las
posibilidades explicativas del documento a partir de ese análisis de las
características internas y externas que se acaba de señalar.
Su estudio ha estado tradicionalmente unido al de la Paleografía,
ya que en muchas ocasiones los campos de acción son coincidentes, e
incluso las personas que se han dedicado a ambas disciplinas en muchos
casos han simultaneado estudios paleográficos con aproximaciones desde
la Diplomática. En conjunto, ambas ciencias auxiliares se conforman como
las herramientas básicas de aproximación al trabajo histórico, que todo
investigador dedicado al estudio de la historia debe manejar de forma
al menos básica.
Es la disciplina que estudia las inscripciones y demás escrituras grabadas en soporte sólido. Como ocurre con el caso de la Paleografía, también la Epigrafía va más allá de la mera transcripción e interpretación de esas inscripciones, y se dedica igualmente a estudiar tanto los soportes escritorios como la finalidad última para la que fue concebida cada pieza analizada. Habitualmente aparece vinculada a la Historia Antigua, toda vez que es en los soportes pétreos o sobre barro cocido sobre los que se nos ha conservado un mayor número de testimonios escritos de estas épocas. No obstante, no debemos suponer que se trata en exclusiva de una disciplina útil para este periodo, toda vez que inscripciones de este tipo se desarrollan a lo largo de toda la historia, y llegan hasta la actualidad.
Entre los tipos de inscripciones que podemos llegar a manejar los hay de
muy distinto tipo, desde inscripciones con carácter religioso a otras
de tipo jurídico, pasando por todas aquellas de carácter edilicio
destinadas a rememorar actos públicos del pasado. En el ámbito privado también tenemos epígrafes, ya sea de
carácter honorífico, funerario o incluso de tipo doméstico, lo que abre
un extraordinario abanico de posibilidades de estudio a partir del
manejo de esta ciencia auxiliar de la Historia.
Este término designa a la disciplina encargada del estudio de la moneda en época histórica. Desarrollada al calor de la afición particular al coleccionismo, más allá de una cuestión meramente anecdótica el estudio de las monedas en épocas pasadas ofrece una extraordinaria variedad de informaciones relacionadas tanto con su teórico valor económico como por su potente
contenido simbólico y la información de tipo político, religioso, o de
otra índole que contienen las monedas. Igual que sucede con el caso de
la Epigrafía, la Numismática ha estado muy vinculada al estudio de la Antigüedad, pero no se limita a ella, ya que para épocas posteriores su estudio también ha aportado importantes informaciones para el conocimiento de la realidad de las sociedades que utilizaron esas monedas para sus intercambios y pagos.
Esta
disciplina que, al igual que las que estamos viendo en este apartado
tiene un carácter autónomo pero estrechamente vinculado con otras de las
ciencias auxiliares que colaboran en el análisis historiográfico, se dedica en
concreto al estudio de los sellos utilizados por parte de las
autoridades de las distintas épocas para la validación de la
documentación. El sello puede ser tanto la impronta que deja el efecto
de presionar con una matriz sobre un soporte que
permita dejar la huella identificativa de esa matriz, tanto como la
evolución posterior que ha tenido en forma de sello impreso. Por esta
propia condición se puede entender que su relación con la Diplomática,
que ya sabemos que se dedica al estudio de la validez documental de lo
contenido en los distintos documentos, entre otras cosas, es sumamente
estrecha.
Dedicada al estudio de los blasones, se trata de uno de los campos más prolíficos y a la vez espacio de interacción habitual entre
los especialistas y el público aficionado. A lo largo de la Edad Media
se desarrolló todo un conjunto de lenguajes asociados a la plasmación en
los distintos blasones
de las distinciones que correspondían a las familias nobles del
período. Su estudio, por tanto, parte de principios basados en el
estudio de la seño logía
y de medios de comunicación, toda vez que la composición heráldica de
estos blasones formaba parte de unos códigos de comunicación muy bien
establecidos y conocidos por las partes intervinientes en la época.
Aunque en la actualidad su desarrollo ha perdido buena parte del rigor
basado en los códigos compartidos, no deja de resultar una disciplina
qué aporta importantes informaciones en el campo de los universos
simbólicos y de la comunicación política tanto del pasado como del
presente.
Se entiende dentro del campo de actuación de la Genealogía
todo estudio relacionado con la identificación y seguimiento tanto de
los ascendientes como de los descendientes de una persona en particular,
o una familia en general. Habitualmente recogidas en documentos
homónimos, los genealogistas dedican su trabajo a la depuración de esas
relaciones familiares intergeneracionales y su plasmación gráfica.
Su estudio tiene una profunda tradición práctica, toda vez que la tradición genealógica
está en la base de buena parte de los estudios de familia que a lo
largo de toda la Edad Media y Moderna se fueron desarrollando por parte
de las familias interesadas en resaltar sus linajes o conectarlos de
manera más o menos real con entes o personajes renombrados que otorgarán
lustre a la familia. En épocas más recientes la Genealogía ha
permitido aportar datos muy importantes a especialidades de la historia
como la historia de la familia, que ha encontrado en esta plasmación
gráfica del desarrollo natural de las familias en sus variables
fundamentales de matrimonio y nacimiento una fuente de información de
extraordinario interés.
Incluso se trata de una disciplina con posibilidades prácticas muy elevadas. Por ejemplo, tengamos en cuenta que una parte significativa de las reclamaciones de ciudadanía española por parte de personas nacidas en Latinoamericana
pasa por la correcta acreditación, realizada mediante herramientas
genealógicas, de su vinculación familiar con antepasados españoles. Es
solo una posibilidad de las múltiples que esta ciencia auxiliar tiene a la hora del análisis social e histórico, pero también sin olvidar, como ya hemos resaltado para muchas de las especialidades anterriomente referidas, con una entidad propia que
hace que tenga sus propias herramientas, materiales de trabajo,
objetivos e incluso sociedades científicas que agrupan a las personas
dedicadas a su desarrollo disciplinar.
Se trata de la especialidad que
se encarga de estudiar el orden de los acontecimientos históricos, y la
distinta formulación que la medición del tiempo ha tenido a lo largo de
la historia. Aunque en esta ocasión no es muy habitual encontrarnos con
personas dedicadas en exclusiva al estudio de la Cronología, lo cierto es que no deja de ser una ciencia auxiliar en tanto en cuanto tiene unos objetivos muy concretos de trabajo,
que pasan por la determinación de las variables fundamentales en la
ordenación del tiempo de las distintas sociedades del pasado. Debemos
tener en cuenta que cada cultura ha ido desarrollando distintos modos de
medir y nombrar el tiempo, y de ubicar los acontecimientos del pasado
en un contexto espacio-temporal determinada. En la actualidad conviven múltiples maneras de medir el tiempo. Sin ir más lejos en
la cuenca mediterránea debemos atender a la existencia de la medición
del tiempo cristiana y a la musulmana, con distintos años de origen y
con diferente modo de articular sus calendarios.
Se trata de una disciplina de extraordinaria utilidad para el campo de la Historia del Arte, ya que estudia, a partir de la simbología de los distintos elementos que aparecen en la imagen,
la representación de todas aquellas posibles interpretaciones de raíz
moral o natural en función de su vinculación con la figura o apariencia
de las personas. No debe confundirse con la Iconografía, también muy interesante pero que se limita al estudio de la descripción de las imágenes y su relación con un mensaje concreto, la Iconología la estudia de modo más amplio, tratando de encontrar generalizaciones y explicaciones de tipo más general.
La aportación de otras disciplinas académicas: Filología, Antropología, Sociología
Como se señala en la introducción de este apartado,
además de estas ciencias auxiliares que podemos considerar de manera
más o menos directa como dependientes del trabajo del historiador, en
las últimas décadas la aparición de renovadoras aproximaciones desde el punto de vista historiográfico ha ampliado las relaciones de la Historia con otras disciplinas tradicionales del mundo humanístico y de las Ciencias Sociales. En este sentido, por ejemplo, con la Filología se han continuado estrechando los lazos, relacionados muy especialmente con el estudio del lenguaje. Algunas aproximaciones enmarcadas en las propuestas posmodernas de renovación de la historiografía, como el Giro lingüístico, toman a la lengua y sus expresiones precisamente como elemento vehicular de la explicación histórica.
Por
su parte, la Antropología ha aportado herramientas muy útiles a la hora
de permitir el acercamiento a la comprensión de sociedades del pasado,
especialmente a todas aquellas previas al desarrollo de la modernidad,
que opera una serie de cambios trascendentales a partir del siglo XVIII con el desarrollo de la Ilustración.
De este modo, los antropólogos, a partir de una depurada manera de
acercarse a otras sociedades, han ido elaborando todo un corpus teórico-práctico que ha permitido a historiadores de las sociedades anteriores a ese siglo XVIII tener un bagaje conceptual y metodológico más amplio a la hora de empatizar y comprender formas de pensar, actuar, relacionarse, e incluso
desarrollar las actividades económicas distintas a las propias del
mundo resultante de la revolución capitalista, liberal e industrial que
se va dando a partir de la segunda mitad del siglo XVIII.
Y lo mismo podemos decir de las aportaciones recibidas desde el campo de la Sociología, que a lo largo de todo el siglo XX ha
ido desarrollando todo un corpus teórico que ha permitido entender
mejor el funcionamiento de las sociedades complejas, y de algún modo se
ha podido utilizar parte de su equipaje teórico para el estudio de las sociedades del pasado.
Autor: Roberto J. González Zalacain
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