Desempeñaba este
oficio, en el momento de ser depuesto Childerico, Pipino, el padre del rey
Carlos, casi ya con carácter
hereditario. Pues Carlos, su padre, que aplastó a los tiranos que reclamaban
para sí el poder absoluto sobre toda Francia y derrotó a los sarracenos que
intentaban ocupar la Galia en dos grandes combates, uno en Aquitania, cerca de
Poitiers; el otro en las inmediaciones de Narbona, junto al río Berre, de modo
que les obligó a regresar a España, y ocupó de modo ilustre esa misma
magistratura que le fuera entregada por su padre, Pipino.
El pueblo no
acostumbraba conceder este cargo honorífico sino a quienes se destacaban de los
demás por su ilustre linaje y la
amplitud de sus riquezas. Habiendo Pipino, el padre de nuestro rey Carlos,
ocupado dicha magistratura que recibieran él y su hermano Carlomán de su padre
y su abuelo y que compartieran en total concordia, su hermano, no se sabe por
qué razones —aunque parece que llevado de su amor por la vida contemplativa—,
tras abandonar la dura tarea de administrar el reino temporal, se dirigió a
descansar a Roma, y allí, cambiando su hábito por el de monje y después de
construir un monasterio en el monte Soracte junto a la iglesia de San
Silvestre, se dedicó a gozar de la deseada quietud durante algunos años, en
compañía de los hermanos que habían venido
junto con él a tal fin. Pero como muchos de los nobles que iban de
Francia a Roma para cumplir anualmente sus promesas no querían dejar de
presentarle sus respetos como antiguo señor, interrumpiendo con frecuentes
visitas el ocio en que máximamente se deleitaba, se vio obligado a cambiar de
lugar.
General Storia, entorno de ALFONSO X EL SABIO
Libro I.
Aquí se comiença la general e grand estoria que el muy noble rey don Alfonso, fijo
del noble rey don Fernando e de la reína doña Beatriz, mandó fazer.
Prólogo.
Natural cosa es de cobdiciar los omnes saber los fechos que acaecen en todos los
tiempos, tan bien en el tiempo que es passado como en aquel en que están como en el
otro que á de venir. Peró d’estos tres tiempos non puede omne seer cierto fueras
d’aquel que es passado. Ca si es del tiempo que á de venir non pueden los omnes
saber el comienço nin la fin de las cosas que ý avernán, e por ende non lo saben
ciertamientre. E si es del tiempo en que están, maguer saben los comienços de los
fechos que en él se fazen, porque non pueden saber la fin cuál será tenemos que non
lo saben complidamientre. Mas del tiempo passado porque saben los comienços e los
acabamientos de los fechos que ý se fizieron dezimos que alcançan los omnes por
este tiempo ciertamientre el saber de las cosas que fueron. Onde porque el saber del
tiempo que fue es cierto e non de los otros dos tiempos, assí como dixiemos,
trabajáronse los sabios omnes de /2/ meter en escrito los fechos que son passados
pora aver remembrança d’ellos como si estonces fuessen e que lo sopiessen los que
avién de venir assí como ellos.