2. Bloque temático II. La Historia como disciplina

2.4. La Historia en el siglo XIX

LEOPOLD VON RANKE. "Sobre las afinidades y las diferencias existentes entre la historia y la política", en Pueblos y estados en la historia moderna, tr. Wenceslao Roces, México, FCE, 1979, p. 510.

"Yo, por lo menos, no acierto a creer que nadie que piense cuerdamente se atreva a sostener que el conocimiento del pasado no sirva para ser aplicado con provecho al presente y al porvenir, es decir, que no exista ninguna estrecha relación, ninguna afinidad entre la historia y la política.
[... La historia] no consiste tanto en reunir y acoplar hechos como en comprenderlos y explicarlos. La historia no es, como algunos piensan, obra de la memoria exclusivamente, sino que requiere ante todo agudeza y claridad de la inteligencia. No lo pondrá en duda quien sepa de la enorme dificultad que existe en distinguir lo verdadero de lo falso y escoger entre muchas referencias la que considera ser la mejor, o quien conozca aunque sólo sea de oídas aquella parte de la crítica que tiene su asiento en los aledaños de la historiografía.
Y sin embargo, debemos reconocer que no es ésta más que una parte de la misión del historiador. Otra, más grandiosa e incomparablemente más difícil consiste en observar las causas de los sucesos y sus premisas, así como sus resultados y sus efectos, en discernir claramente los planes de los hombres, los extravíos con que los unos fracasan y la habilidad y sabiduría con que los otros triunfan y se imponen, en conocer por qué unos se hunden y otros vencen, por qué unos estados se fortalecen y otros se acaban; en una palabra, en comprender a fondo y con la misma minuciosidad las causas ocultas de los acontecimientos y sus manifestaciones exteriores".

AUGUSTE COMTE. Cours de philosophie positive, 1830-1842. [Edición: Comte, Auguste. Curso de filosofía positiva. Primera lección, t. I, 1864, pp. 8-10. [En Guy Bourdé-Hervé Martin. Las escuelas históricas. Madrid: Akal, 1992, pp. 79-80].

"En el estadio teológico, el espíritu humano, al dirigir esencialmente sus investigaciones hacia la naturaleza íntima de los seres, las causas primeras y finales de todos los efectos que le afectan; en una palabra, hacia todos los conocimientos absolutos, se representan los fenómenos como producidos por la acción directa y continua de agentes sobrenaturales más o menos numerosos, cuya intervención arbitraria explica todas las anomalías aparentes del universo.

En el estadio metafísico, que en el fondo no es más que una simple modificación del primero, los agentes sobrenaturales son sustituidos por fuerzas abstractas, verdaderas entidades (abstracciones personificadas), inherentes a los diversos seres del mundo y concebidos como capaces de generar por sí mismas todos los fenómenos observados, cuya explicación consiste entonces en asignar a cada uno la entidad correspondiente.

Finalmente, en el estadio positivo, el espíritu humano, al reconocer la imposibilidad de obtener nociones absolutas, renuncia a buscar el origen y destino del universo y a conocer las causas íntimas de los fenómenos, para dedicarse únicamente a descubrir sus leyes efectivas, es decir, sus relaciones invariables de sucesión y similitud, gracias al uso bien combinado del razonamiento y de la observación. La explicación de los hechos, reducida a sus términos reales, no es desde entonces más que la relación establecida entre los distintos fenómenos particulares y algunos hechos generales, cuyo número disminuye cada vez más gracias a los progresos de la ciencia.


JULES MICHELET. [Nuevo] Préface [1869] a la Histoire de France. [En Guy Bourdé-Hervé Martin. Las escuelas históricas. Madrid: Akal, 1992, p. 125].

"Al ir penetrando más y más en el tema, se le ama y entonces se le contempla con creciente interés. El corazón emocionado posee un segundo sentido, ve mil cosas que son invisibles para el pueblo indiferente. Historiador e historia se unen en esta contemplación. ¿Ello es bueno? ¿Es malo? Ocurre en este punto algo que nunca se ha descrito y que vamos a revelar:

La historia, con el correr del tiempo, hace al historiador en mayor medida que el historiador hace la historia. Soy hijo de mi libro. Soy su obra. Este hijo ha hecho a su padre. Si bien, en principio, el libro ha salido de mí, de mi tempestuosa juventud, él ha acrecentado en mí la fuerza y la clarividencia, la vehemencia fecunda, el poder real de resucitar el pasado. Si nos parecemos, estupendo. Los rasgos que tiene de mí son en gran medida aquellos que le debo, los que he conseguido gracias a él".


THOMAS BABINGTON MACAULY. "History", 1828. [En Macaulay, T. Babington. Essays, Critical and Miscellaneous. Philadelphia: Carey and Hard, 1844, pp. 60-61. Traducción para el portal de F. Sánchez Marcos].

"En la filosofía de la historia los modernos han superado en mucho a los antiguos. No es extraño, ciertamente, que los griegos y romanos no hubieran hecho llegar la ciencia del gobierno, o cualquier otra ciencia experimental, tan lejos como en nuestro tiempo; puesto que las ciencias experimentales se encuentran por lo general en situación de progreso. Fueron comprendidas mejor en el siglo XVII que en el XVI y en el siglo XVIII que en el XVII. Pero este constante avance, este desarrollo natural del conocimiento, no justifica, sin embargo, la inmensa superioridad de los escritores modernos. La diferencia es una diferencia no de grado sino de naturaleza. No es solamente que hayan sido descubiertos nuevos principios, sino que parece que se ejercitan nuevas facultades. No es que en una época el intelecto humano haya hecho solo un pequeño progreso y que en otra haya avanzado mucho, sino que en una época se habría mantenido estancado, mientras que en otra se ha desarrollado constantemente. En gusto e imaginación, en la magnificencia de las obras públicas, los antiguos fueron al menos iguales a nosotros. Pero en las ciencias morales apenas hicieron ningún avance. Durante el largo periodo que se extiende entre el siglo V antes de la era cristiana y el siglo V después de ella, se realizó poco progreso perceptible. Todos los descubrimientos metafísicos de todos los filósofos, desde el tiempo de Sócrates hasta las invasiones nórdicas, no pueden ser comparados en importancia con los que se realizaron en Inglaterra cada cincuenta años desde el tiempo de Isabel. No hay la menor razón para creer que los principios de gobierno, legislación y economía política fueron mejor comprendidos en la época de César Augusto que en la de Pericles. En nuestro propio país las doctrinas bien fundadas del comercio y la jurisprudencia han sido, en el tiempo de una sola generación, confusamente sugeridas, abiertamente propuestas, defendidas, sistematizadas, adoptadas por todos los pensadores de todos los partidos, citadas en asambleas legislativas, incorporadas en leyes y tratados."


KARL MARX. Zur Kritik der politischen Ökonomie, 1859. [Edición: Marx, Karl. Contribución a la crítica de la economía política. Madrid: Siglo veintiuno, pp. 4-5 (Prólogo)].

"El resultado general que obtuve y que, una vez obtenido, sirvió de hilo conductor de mis estudios, puede formularse brevemente de la siguiente manera. En la producción social de su existencia, los hombres establecen determinadas relaciones, necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a un determinado estadio evolutivo de sus fuerzas productivas materiales. La totalidad de esas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la cual se alza un edificio jurídico y político, y a la cual corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material determina el proceso social, político e intelectual de la vida en general. No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia. En un estudio determinado de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o –lo cual sólo constituye la expresión jurídica del mismo– con las relaciones de producción dentro de las cuales se habían estado moviendo hasta ese momento. Esas relaciones se transforman de formas de desarrollo de las fuerzas productivas en ataduras de las mismas. Se inicia entonces una época de revolución social."